«Tan sólo con los hechos se te capta,
y sólo con las manos se te aclara;
cada sentido es sólo un huésped
que añora la salida de este mundo.»
Rainer Maria Rilke, El libro de las horas.
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«Y así, Dios es todo lo que verdaderamente es ya que Él mismo hace todo y se hace en todo, como dice el santo Dionisio Areopagita. En efecto, todo lo que es inteligido y sentido no es otra cosa sino la aparición de lo no aparente, la manifestación de lo oculto, la afirmación de la negación, la comprensión de lo incomprensible, la profesión de lo inefable, el acceso de lo inaccesible, el intelecto de lo inteligible, el cuerpo de lo incorpóreo, la esencia de lo sobreesencial, la forma de lo informe, la medida de lo inmedible, el número de lo innumerable, el peso de lo que carece de peso, la concreción de lo espiritual, la visibilidad de lo invisible, la localización de lo que no tiene lugar, la temporalidad de lo que carece de tiempo, la definición de lo infinito, la circunscripción de lo incircunscripto; y lo demás que es pensado y percibido por un intelecto puro y que desconoce el ser contenido en las estancias de la memoria y escapa a la penetración del espíritu.»
Juan Escoto Eriúgena, Periphyseon
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3 comentarios
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May 18, 2010 a 7:22 am
Pola
Querido V.,
me encantó este fragmento que, como una flecha, atraviesa las fronteras entre los mundos desdibujándolas. El mundo no como espejismo, no vana ilusión, sino como espejo, como forma de lo invisible. Entender que el mundo es una teofanía es algo así como saber que su corona está en el suelo, caída; poder verlo en semejante modo ha de ser alzarla y coronarlo con ella. Así parecen hacer los ángeles del arcano con que has ilustrado la entrada: a través de la ventana de oro que sostienen para nosotros puede contemplarse «la tierra nueva», renovada.
Te dejo un fragmento de «Templo y contemplación» donde Corbin, para ilustrar la idea del mundo como templo, como imagen de la realidad inteligible, cita a algunos filófosos. Todas las citas me han parecido hermosas y reveladoras. Dice así:
«Para Plutarco, «el mundo es un templo muy santo… El hombre penetra en él el día de su nacimiento y contempla… los objetos sensibles creados, dice Platón, por el Intelecto divino como copias de los inteligibles» (…) Cleanto (dice) el mundo «es un templo lleno de una presencia divina, un templo en el que hay que conducirse con la santa reverencia de un iniciado». Pero este motivo, como observa A.J. Festugière, se encuentra ya en Aristóteles en una frase relativa a los misterios de Eleusis, según la cual «el primer efecto de la iniciación en el templo místico del mundo no es un conocimiento, sino una impresión, un sentimiento de temor reverencial y admiración ante la visión del divino espectáculo ofrecido por el mundo visible.»
Y añade en una nota al pie otra cita de Séneca en relación a Eleusis:
«Hay misterios cuya iniciación no se hace en un día. Eleusis revela secretos que no muestra más que a aquellos que vuelven más de una vez. La naturaleza, por su parte, tampoco revela todos sus misterios a la vez.»
Gracias por compartir este texto. Necesitaba leer algo así.
Un abrazo muy, muy fuerte.
May 22, 2010 a 8:38 pm
Sahaquiel
Querida Pola,
Cuánto me alegra encontrarme aquí con tus palabras, y con esas preciosas citas con las que has complementado tu aporte.
Me apetecía dejar aquí ese fragmento de Escoto Eriúgena porque, ya sabes, es uno de esos textos que siempre vale la pena volver a leer.
Contemplar el mundo transfigurado, investido de su gloriosa sofianidad, es también ver a la Tierra como un Ángel, como Aquel que, según Dionisio Areopagita, es «manifestación de la luz inmanifiesta, ‘espejo’ sin mezcla, transparente, indemne, inmaculado…».
Te dejo un fragmento de Jacob Boehme que también alude a esta forma de comprender el mundo:
«Cuando contemplas el abismo, las estrellas, los elementos y la tierra, entonces no aprehendes con tus ojos la brillante y clara Deidad, aunque ella está ahí y en ellos; si no que tú ves y aprehendes, con tus ojos, primero la muerte y después la ira de Dios.
Pero si elevas tus pensamientos y entras a considerar donde está Dios, entonces tú aprehenderás el movimiento astral, donde el amor y la ira se entrecruzan. Y cuando la fe se acerque a Dios, que reina santamente en estos dominios, entonces tú llegarás a él porque habrás llegado a su Corazón.
Y cuando esto esté hecho, entonces tú serás como Dios es, que en sí mismo es el cielo, la tierra, las estrellas y los elementos».
Un abrazo muy, muy fuerte, ¡fortísimo!
V.
May 26, 2010 a 5:52 pm
Miserere mei Domine
Cada vez que me acerco al relato de la zarza ardiente, me parece asomarme a un pozo sin fondo e infinito se desprende del Nombre que Dios mismo se da: Yo Soy el que soy».
Juan Escoto lo relata con finura cuando indica que «Dios es todo lo que verdaderamente es». Dios no en número, ya que es infinito. Solo podemos buscarlo en la proporción que su mismo nombre señala.
Un abrazo fraterno 🙂